Mis hijas María y Cristina son en estos momentos mi mejor apoyo, ahora han crecido ya, entienden bien porqué ocurren las cosas y saben aceptarlo de la mejor de las maneras, aunque a veces yo las vea que se retuercen de rabia incontenida.
Asimilar, vivir y llevar con una cierta alegría el problema de su hermano ,ha sido un duro trabajo de entrenamiento durante años,en mi casa todo ocurría como si no pasase nada, siempre intenté desdramatizar lo tremendamente dramático que nos aportaba el día a día. Y creo que fue un punto a mi favor... después de la guerra siempre hubo y hay risas, canciones... y bizcochos en el horno ¡¡
Pensareis que estamos locos, que los momentos duros por los que pasamos a veces deben de ser muy traumáticos, y lo son, pero "fuerzas de flaqueza" siempre ha sido mi abanderado, y cuando no se puede ir contra el problema hay que ponerse de su lado haciendo la mayor de las amistades, si no te hundes en la miseria más tremenda...
A menudo he pensado si me olvidé un poco de ellas por el inmenso grado de atención que requería Álvaro, y todo al pasar de los años se convierte en losa emocional, somos muy dados a echarnos culpas y auto-castigarnos aunque sepamos que no había otra escapatoria....
Creo que en este caso la adversidad les ha enseñado a ser más fuertes, a mirar la vida con otros ojos menos frívolos, son o llegaran a ser personas más autosuficientes y válidas, estoy orgullosa de ellas, aunque en muchos momentos exista una batalla generacional lógica, pero después firmamos una paz llena de abrazos y mimos...
No es lo que hubiera deseado para ellas, pero los obstáculos obligan a saltar barreras impensables...
LO QUE ME EMOCIONA...