Hoy ha sido duro llevar tu carga, no sé bien porqué a veces te haces más y más pesada, como si los efectos de la gravedad no ejercieran la fuerza suficiente para hacerte levitar y así ahuyentarte de nuestras mentes.
Eres como un satélite que siempre orbita alrededor de mis pensamientos, incansable, girando y rotando en movimientos oscilatorios que no me dejan descansar, que todo lo alborotan y remueven...
Esta mañana te he sentido nada más levantarme, allí estabas tú, impávida, con ese aspecto alargado como un ciprés llorón, de madera apreciada y ramas lánguidas como mis lágrimas...
Eres la gran maestra en recuperar asignaturas que ya pensamos olvidadas, insistes en el recuerdo y sus secuelas, repasas cada uno de los temarios de nuestras vidas haciéndolos coincidir con las imágenes del pasado, me examinas cada atardecer para ver si saco nota alta en
evocación de tiempos no demasiado lejanos...
Desde hace ya un tiempo largo, vienes colgada de mi brazo cada día, no desistes en dejarme sola, y sabes? la soledad es muy a menudo la mejor compañera, sabes? me gusta caminar sin nada ni nadie que me haga dar el paso más lento o más pausado.
Pero tú no entiendes de soledad, no sabes ni quieres aprender a disfrutarla como yo, dejando que mis recuerdos vuelen libres pero sin peso, que formen parte de mi vida y yo de la de ellos, pero sin interponernos el uno en el camino del otro, llevando la misma dirección pero en distintas sendas, aunque sean paralelas.
No me va a quedar más remedio que hacer un trato contigo, tendremos que vernos en días alternos, porque si no vas a apoderarte demasiado de mi dolor, y ese es sólo mio, y lo quiero llegar a dominar sin interferencias, mi aflicción es un sentimiento que quiero guardar en mi cajón de los secretos dando vuelta a la llave para cuando lo necesite tirar de él y sentirlo en toda su intensidad...
Tristeza sé que es tu momento de gloria, ahora como en otras veces sales a la palestra para enseñarme lo grandiosamente feroz que eres, lo devastadora que puedes llegar a ser.
Me había acostumbrado a vivir contigo en la penumbra, siempre estabas pero no eras valiente de enseñarme la cara, pero ahora al irse ella para no volver a mi lado jamás, estoy sabiendo lo que es la soledad indeseable, el desierto de mi vida está ahora más sediento que nunca...
Esta noche, estos días, esta playa, esta mar bramante, este pueblo inhóspito, te sienten como yo y quieren por lo menos dormir, dormir y descansar de tu infatigable perseverancia...

Buenas noches Tristeza.